19 de noviembre de 2009

Teoría general de la política.


Informe sobre el capitulo I del Libro de Norberto Bobbio "Teoría general de la Política"

I. Relaciones entre filosofía política y ciencia política.

1. NB define Ciencia política como:
”Estudio de los fenómenos políticos realizado con la metodología de las ciencias empíricas y utilizando todas las técnicas de investigación propias de la ciencia del comportamiento”.

2. NB señala que a cada acepción del término “filosofía política” corresponde una manera diferente de presentar el problema de las relaciones entre FP y CP. (Bobbio, 77)

3. Distingue cuatro significados diferentes del termino “filosofía política”

a. construcción de un modelo ideal de Estado fundado en postulados éticos últimos.
b. búsqueda del fundamento ultimo del poder.
c. determinación del concepto general de “política”, como actividad autónoma.
d. discurso crítico, construido sobre premisas de verdad, de objetividad o no valoración de la CP.

4. Cuando por FP se entiende el caso [a], la teoría de la óptima república, la relación con la CP es de oposición. Mientras la FP tiene por objeto la política como es, la CP tiene por objeto la política como debiera ser. (NB, 79) Existe una relación de separación y de divergencia.

5. En el caso [b], la teoría sobre la legitimación del poder, la relación entre FP y la CP es más estrecha. Pone por ejemplo la Filosofía del derecho de Hegel, en donde es difícil separar el análisis de la sociedad y del Estado, de la ideología política que lo guía. (NB, 80) La relación es de separación y de convergencia.

6. En el caso [c], como determinación de la categoría política, la relación con la CP es estrecha. NB señala que el análisis de los fenómenos políticos hoy no puede empezar sin el establecimiento de una teoría general del poder. (NB, 81) Hay una relación de continuidad y de indistinción.

7. En el caso [d], como metaciencia, la distinción se vuelve completa. (NB, 81) La CP es el discurso sobre el comportamiento político; mientras que en la FP el discurso es sobre el discurso del científico. La relación es de integración reciproca.

8. NB señala tres obras referentes en la historia de las ideas políticas: Utopía de T. Moro, El Príncipe de N. Maquiavelo y el Leviatán de Hobbes. Señala que estas representan tres tipos de filosofar sobre la política. (NB, 82)

9. La primera sobre la mejor forma de gobierno, Aquí Moro propone un modelo de estado perfecto.

10. La segunda sobre la naturaleza de la política, en la que Maquiavelo busca demostrar la especificidad de la política y

11. La tercera sobre el fundamento del Estado, en la que Hobbes busca demostrar la razón por las que el Estado existe.

12. NB indica que estas tres formas distintas de afrontar el problema político corresponden con las tres preguntas filosóficas clásicas. ¿Qué me cabe esperar?, ¿Cómo debo de actuar?, ¿Qué puedo saber? (NB, 82)

13. Señala que en los diálogos platónicos se da respuesta a las tres preguntas. En la República a la primera, en el Critón, a la segunda y en el Político a la tercera.

14. Señala que en el Segundo tratado sobre el gobierno civil de Locke, se muestra la conexión entre estos tres problemas. El otorgar seguridad, la perdida de la obligación política, la relación entre el legislativo y el ejecutivo. (NB, 83)

15. HB señala que lo que tienen en común estas tres obras es que pueden ser comprendidas en el concepto de filosofía.(NB, 83)

16. Precisa que una investigación científica debe cumplir con tres condiciones:

Verificación empírica,
Uso de todas las operaciones mentales como formulación de hipótesis, construcción de teorías, enunciado de leyes,
No emitir juicios de valor. (NB, 84)

17. Esto lo lleva a establecer tres requisitos: el principio de verificación, la explicación como finalidad, y la avaloratividad. (NB, 85)

18. De acuerdo con esto NB sostiene que ninguna de las tres formas de FP cumple con las condiciones de una investigación que pueda llamarse legítimamente científica. (NB, 85)

19. NB sostiene que la avaloratividad es la virtud del científico, y que el problema del investigador es entender el mundo, antes que pensar en transformarlo o conservarlo. (NB, 86-88)


II. Para un mapa de la filosofía política.

20. Trata nuevamente los enfoques de la filosofía política:
a. La FP como análisis de la categoría de lo político y de la política (NB, 91).
Hace referencia al pensamiento de Carl Schmitt . Schmitt sostiene que se puede llegar a una definición de lo político solo mediante el descubrimiento y fijación de una distinción específica a la cual sea posible referir las acciones y los motivos políticos. Esa distinción es la distinción de "amigo y enemigo", en la medida en que no es derivable de otros criterios, ella corresponde, para la política, a los criterios relativamente autónomos de otras concepciones: bueno y malo para la moral, bello y feo para la estética, etc.

Schmitt sostiene que: "el enemigo es simplemente el otro que está en contra de mi posición". El enemigo político es un conjunto de hombres que combate, al menos virtualmente, o sea sobre una posibilidad real, y que se contrapone a otro agrupamiento humano del mismo género. Enemigo es sólo el enemigo público, puesto que todo lo que se refiere a semejante agrupamiento, y en particular a un pueblo íntegro, deviene por ello mismo público.

Hace referencia al pensamiento de Julien Freund (1921-1993), quien es una de las figuras destacadas del denominado "realismo político", corriente académica en la que figuran intelectuales de la talla de Aron, Mosca, Miglio, Pareto, Schmitt, o Weber. La obra capital de Freund L'essence du politique (1965).

Freund sostiene que: "Es imposible expresar una voluntad realmente política si, de avanzada, se renuncia a la utilización de los medios normales de la política a saber: el poder, la coacción y, en casos excepcionales, la violencia. Actuar políticamente es ejercer la autoridad, manifestar el poder. De otra forma se corre el riesgo de ser arrastrado por un poder rival que sí entiende actuar, plenamente, desde el punto de vista político".

Para Freund “toda política implica el poder. El poder constituye uno de sus imperativos. En consecuencia, es actuar contra las leyes mismas de la política, excluir de golpe el ejercicio del poder haciendo, por ejemplo, de un gobierno un simple lugar de concertación, o una simple instancia de arbitraje a imagen de un tribunal civil. La lógica misma del poder quiere que él mismo sea poder y no impotencia. Y, porque por esencia la política exige del poder, toda política que renuncia al mismo por debilidad o por juridicismo, deja de ser realmente política: deja de cumplir su función normal, y de hecho se vuelve incapaz de proteger a los miembros de la comunidad que tiene a su cargo. El problema, para un país, no está en poseer una constitución jurídicamente perfecta, no estar a la búsqueda de una democracia ideal, sino en dotarse de un régimen capaz de responder a las dificultades concretas, de mantener el orden suscitando un "consensus" favorable a las innovaciones susceptibles de resolver los conflictos que inevitablemente surgen en toda sociedad".

Hace referencia al pensamiento de Felix Oppenheim , indicando que tiene una base en la filosofía analítica, y que denomina filosofía política a sus ensayos de metaética.

b. La FP como teoría de la obligación política. Hace referencia a la obra de Isaiah Berlin , quien se pregunta ¿Por qué un hombre debe obedecer a otro? Señalando que esta es la mas importante de las cuestiones políticas. La obra de Berlin sobre teoría del liberalismo es de gran influencia. Su conferencia de 1958, "Two Concepts of Liberty", en la que distingue entre libertad positiva y libertad negativa, ha centrado una gran parte de los debates que desde entonces se han producido sobre la relación entre libertad e igualdad social(NB, 91).

c. La FP como teoría del óptimo Estado. Hace referencia a la obra de Leo Strauss , quien define la FP como intento de conocer la naturaleza de las cosas políticas y del orden político justo y bueno. El mismo califica a la FP norteamericana como decadente por carecer de ideales. El Straussianismo se fundamenta en la idea de que la democracia liberal, con su énfasis en las libertades individuales, ha conducido a las sociedades occidentales a la decadencia y el desastre. Para Strauss había llegado el momento de que una élite se alzase para superar la debilidad y la falta de cohesión social causadas por el relativismo inducido por la filosofía post-socrática(NB, 91).

21. También hace referencia a la obra de Rawls , de Nozick y a la de Walzer , como intentos de ofrecer indicaciones para conseguir una buena o mejor sociedad(NB, 92).

22. En relación el mapa de la “político”

Hace referencia al texto schmittiano Der Begriff des Politischen, y señala que un nuevo termino aparece y es “lo político” que en su opinión solo hace referencia al objeto. Señala que la obra que teoriza esta diferencia es la de Julien Freund, quien señala que “lo político” constituye una esencia y como tal es permanente e invariable (NB, 94).

NB indica que en la tradición clásica “política” y “Estado” siempre habían contado con la misma extensión, y hace referencia a Schmitt quien postula que el concepto de Estado supone el de lo político.

Indica también que ha surgido una nueva forma de emplear el término política el cual es empleado como directiva para proponer solución a algún problema práctico (NB, 96).


III. Las razones de la filosofía política

23. Para estudiar la FP propone revisar los significados léxicos. Indicando para esta clasificación los siguientes:
Descripción y propuesta de la óptima republica
Búsqueda del fundamento ultimo del poder
Determinación del concepto general de política
Metodología de la CP o metaciencia política.

Encuentra que en la categoría de FP se encuentran obras muy diferentes entre si, y de que todas tratan de la critica a la ciencia. (NB, 98)

Señala que las principales acepciones empleadas en el debate italiano fueron (NB, 99-100):
• La FP consiste en la búsqueda de los principios fundamentales en la organización social. (P. Bastid)
• Que es la forma de conocimiento superior que tiene la tarea de “hacer inteligible la realidad política”. (R. Polin)
• Como descripción del “Estado optimo”.(R. Treves)
• Como investigación sobre la naturaleza y los fines de la actividad política. (R. Treves)
• Como metodología de la ciencia política, como reflexión sobre el lenguaje, sobre los límites y fines de esta ciencia.
• como justificación de la obligación política, o lo que es lo mismo, como problema de la legitimidad del poder.
• Como: a) la aclaración de los conceptos; b) la evaluación crítica de las creencias. (D.D. Raphael)

24. Hace referencia a la obra de Danilo Zolo , de G. Sartori y de N. Matteucci , y sostiene que el debate sobre la FP se estaba desplazando hacia la cuestión de la naturaleza de la Teoría política. (NB, 104)

25. Sobre la enseñanza de la FP indica que la cátedra de FP tenia por objeto un solo tema: la cuestión del poder: como fuerza, como poder legitimo, como autoridad.(NB, 105)

26. Al tomar NB la cátedra de FP selecciona un gran tema, para desarrollarlo con referencia continua a la historia de las ideas; complementándolo con las lecciones de los clásicos, de los autores que cuentan.(NB, 106)

27. Hace referencia a la obra de los historiadores del pensamiento político en Inglaterra y menciona a John A. Pocock y a Quentin Skinner, y señala que uno de sus adversarios fue la historia de las ideas de orientación analítica. NB toma partido por esta forma de estudio de la FP, ya que la escuela analítica pone en evidencia el aparato conceptual con el que el autor construye su sistema, de estudiar las fuentes, de sopesar los argumentos en pro y en contra. (NB, 108-109)

28. Vuelve a tratar el tema de que han aparecido otros significados del término “política”, como el entendido como conjunto de actividades de organización de una comunidad, y que se yuxtapone con el de conjunto de directrices que una organización formula para alcanzar sus propios fines . (NB, 110)

29. Apreciación crítica:

El capitulo trata sobre la relación entre la filosofía política y la ciencia política.
Para NB la ciencia política es “…cualquier análisis del fenómeno político que se valga, dentro de los limites en que es posible hacerlo, de las técnicas de investigación propias de las ciencias empíricas según la terminología carnapiana, diferentes de las ciencias formales". (NB, 84)

Danilo Zolo precisa esta acepción indicando que por “ciencia política” se entiende hoy, la aproximación disciplinaria a los problemas de la política que tiene su origen en la “revolución conductista”, afirmada en Estados Unidos durante las dos décadas posteriores a la conclusión de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces esta aproximación se ha difundido de manera amplia en la cultura estadounidense. Asimismo, se ha difundido ampliamente en Europa, sobre todo en Inglaterra, Alemania y los países escandinavos. A partir de los años sesenta, la “ciencia política” se ha establecido también en Italia, gracias a la actividad pionera de Giovanni Sartori y de su escuela.

Danilo Zolo en contraposición a esta noción específica de “ciencia política”, señala que se emplea la expresión “filosofía política” para indicar aquella forma más tradicional de reflexión sobre el fenómeno político que se remite a los clásicos del pensamiento político occidental, de Aristóteles a Platón, Maquiavelo, Hobbes, Locke, Marx. A diferencia de la “ciencia política”, la filosofía política no se limita a estudiar el comportamiento “observable” de los actores sociales y el funcionamiento de los sistemas políticos, sino que, además, analiza, en términos muy generales, los medios, los fines y el “sentido” de la experiencia política.

Mientras que NB presenta una pluralidad de enfoques, la FP como análisis de la categoría de lo político, la FP como teoría de la obligación política y la FP como teoría del optimo Estado, (NB, 91) NB hace referencia al libro The Tragedy of Political Science (Ricci, 1984) , (NB, 90-91) en el cual se observa que la “ciencia política”, en particular la “ciencia política” estadounidense, se encuentra hoy en una situación de crisis que parece amenazar su propia identidad como disciplina. En este mismo sentido hace referencia a la obra de L. Strauss. (NB, 91)

NB se refiere al debate en Italia indicando que se ha registrado en estos años un notable resurgimiento de la filosofía política, (NB, 99-100) tal y como lo testimonia Danilo Zolo por los siguientes hechos: “la publicación de la revista Teoría política, editada por un grupo de politólogos cercanos a Norberto Bobbio; la reciente aparición de la primera revista italiana que lleva por título Filosofía política, dirigida por Nicola Matteuci y editada por un grupo de historiadores de la filosofía política que entienden su posición intelectual como “reflexión crítico-hermenéutica sobre la tradición del pensamiento político occidental”; la difusión de una literatura filosófico-política que hace eco a las tesis del neoaristotelismo alemán contemporáneo (la así llamada Rehabilitierung der praktischen Philosophie) y rediscute la tradición democrática occidental a la luz de autores como Carl Schmitt, Eric Voegelin, Leo Strauss, Hannah Arendt. Por otra parte, ha aparecido un voluminoso Manuale di scienza della politica, editado por Gianfranco Pasquino, que intenta contestar al renacimiento de la filosofía política italiana con una empresa intelectual particularmente ambiciosa”.

Danilo Zolo señala en su ensayo sobre "La trajedia de la filosofía política ", Todo ello vale además, para la versión de la “ciencia política” que Giovanni Sartori ha importado a Italia en los años sesenta. En la “ciencia política” de Sartori y de algunos de sus discípulos existe no sólo la ambición de presentarse como la única forma de conocimiento político controlable y confiable, sino también una no menos ambiciosa polémica política, que aspira a ser puramente científica, en las confrontaciones con toda concepción “holística”, comenzando por el socialismo. En mi opinión, ha llegado el momento de reconsiderar, también en Italia, los fundamentos y el “rendimiento” de la “ciencia política” y sobre todo de volver a poner a discusión la que es su auténtica camisa de fuerza: el dogma positivista de la separación entre “juicios de hecho” y “juicios de valor” y, en relación con ello, el principio de la “avaloratividad” ético-ideológica (Wertfreiheit) de las teorías científicas. Un dogma que remite, como ha señalado Norberto Bobbio, a una ideología específica: la “ideología de la política científica” y, por ello, de una racionalización eficientista y tecnocrática de las relaciones políticas y sociales destinada a ratificar en los hechos el “fin de las ideologías” (Bobbio, 1983, pp. 1025-1026).

Con una periodización muy sumaria, que considera casi en forma exclusiva lo que ha sucedido en el ámbito de la cultura de lengua inglesa, se pueden distinguir las siguientes cuatro fases en el desarrollo de las relaciones entre las dos disciplinas (estas fases, sin embargo, se sobreponen parcialmente desde un punto de vista cronológico).

1. La exposición del programa conductista y su afirmación entre 1945 y 1965. Los autores más relevantes, sobre todo en el periodo inicial, son: Gabriel Almond (1966), David Easton (1962), entre otros como Heinz Eulau (1963), Robert Dahl (1961), K.W. Deutsch (1966) y David B. Truman (1951).

2. El debate en torno al así llamado “declive de la teoría política” (the decline of political theory) en cuyo desarrollo se manifiesta la primera reacción, primordialmente defensiva, contra la ciencia política conductista. En este debate intervienen, hacia fines de los años cincuenta y principios de los sesenta, autores como P.H. Partridge (1961), I. Berlin (1962) y J.P. Plamenatz (1967). Un lugar de gran importancia, pero completamente distinto por su inspiración antimoderna y abiertamente conservadora, adquiere en este contexto la crítica “ontológica” de Leo Strauss (1959), expresada en el célebre ensayo “What is Political Philosophy?”. De igual modo, las páginas introductorias de Eric Voegelin (1952) a su The New Science of Politics pueden ser consideradas un ejemplo de este último tipo de literatura.

3. La crisis de la doctrina conductista, la atenuación del optimismo científico característico del periodo inicial, la emergencia de un creciente desacuerdo en el interior de la disciplina que desemboca, en primer lugar, en intentos de reforma metodológica inspirados en el “falsacionismo” popperiano, y posteriormente deriva en la crítica interna por parte de los exponentes de izquierda del Caucus for a New political Science (Falter, 1982, pp. 53-62; Euben, 1970, pp. 3-58), para finalmente tomar la forma de una verdadera y propia autocrítica por parte de algunos de los exponentes más autorizados de la ciencia política estadounidense, entre los que destacan Gabriel A. Almond (Almond y Genco, 1977) y Charles Lindblom (1979). Esta fase se expresa con particular intensidad durante la así llamada “década del desencanto” de 1965 a 1975, y se concluye idealmente con la publicación del volumen The Tragedy of Political Science, y de David Easton, “Political Science in the United States. Past and Present” (1985), dos escritos en los que el completo desarrollo de la disciplina es objeto de una autocrítica particularmente severa.

4. El renacimiento en los años setenta en adelante de la filosofía política en la cultura angloamericana gracias a autores como John Rawls, Robert Nozick, Ronald Dworkin y Bruce A. Ackerman. Este resurgimiento interrumpe bruscamente la tradición de la filosofía analítica anglosajona, misma que había declarado la muerte de la filosofía política, y se liga a los grandes temas valorativos, éticos y normativos de la filosofía política clásica. A esto se agrega la emergencia de una literatura epistemológica más madura, que se expresa a través de las obras de un condensado grupo de filósofos políticos comprometidos también con el campo de la filosofía de las ciencias sociales. Entre éstos destacan Alasdair McIntyre , Alan Ryan , Charles Taylor , Sheldon S. Wolin y John Dunn.

La epistemología que une a todos estos autores ahora ya se puede definir como “postempirista”: son autores profundamente influidos por el clima de la “rebelión contra el positivismo” de los años sesenta y en ocasiones se inspiran de manera directa en la epistemología de Thomas S. Kuhn. Por lo tanto, en su crítica a la ciencia política dominante, estos autores se mueven no por una reproposición de los fines tradicionales de la filosofía política europea, sino por una crítica general de la perspectiva empirista recibida. Pese a todo, a diferencia de la mayoría de los críticos de la primera fase, estos autores no niegan dogmáticamente la importancia de las contribuciones que la indagación sociológica de los sistemas y los actores políticos pueden ofrecer a la filosofía política.

EL PROGRAMA ORIGINARIO DE LA CIENCIA POLÍTICA
La adhesión a la “revolución conductista” implica, según el credo de los padres fundadores, al menos las siguientes cinco asunciones, a cada una de las cuales corresponde un objetivo que debe ser alcanzado para que los resultados de la investigación puedan ser considerados “científicos”.

1. Explicación y previsión con base en leyes generales.
2. Verificabilidad empírica y objetividad.
3. Cuantificación y medición.
4. Sistematicidad y acumulatividad.
5. Avaloratividad.

Desde este punto de vista, la ciencia política se opone diametralmente a la filosofía política tradicional que nunca ha tematizado la distinción entre juicios de hecho y juicios de valor, y ha sido concebida primordialmente como una reflexión sabia y normativa más que como una forma de conocimiento objetivo.

En este catalogo se concentra el núcleo del credo conductista, el cual remite a una serie de oposiciones filosóficas y epistemológicas muy generales: aquellas que la perspectiva común empirista ha heredado del positivismo lógico vienés y combinado con algunas corrientes propias de la tradición norteamericana, como el operacionalismo, el pragmatismo y la psicología conductista de John Watson y B.F. Skinner.

LOS ARGUMENTOS DE LOS FILÓSOFOS DE LA POLÍTICA
1. No es posible registrar regularidades de larga duración y de amplio rango ni en el comportamiento de los actores políticos ni en el funcionamiento de los sistemas políticos. Aún en la actualidad, la ciencia política no ha sido capaz de elaborar alguna ley general, de carácter causal o estadístico, que permita explicaciones y mucho menos previsiones de tipo nomológico-deductivo.

2. La validez de las generalizaciones nomológicas de la ciencia política —no menos y probablemente en mayor medida que cualquier otra ciencia social o “natural”— no es susceptible de verificación o, como pretenden los popperianos, de falsación empírica, siempre que estas expresiones no se usen en un sentido puramente metafórico.

3. Dentro de la sociología de los comportamientos políticos existen márgenes muy reducidos por la medición y la cuantificación, con la sola excepción, quizá, del análisis de los resultados electorales.

4. La ciencia política no ha podido “acumular” en el intento, un núcleo de teorías y de conocimientos compartidos en forma unánime, como patrimonio indiscutible de la disciplina.

5. El compromiso de la avaloratividad se revela en general impracticable en el ámbito de las ciencias sociales y en modo particular en el estudio del fenómeno político.

Es claro que a la luz de estas posiciones no existe una “ciencia política” que, por una parte, pueda ser significativamente distinta de la sociología de la política y, por la otra, de la filosofía política tradicional. Se trata de una simple cuestión de grados y predilecciones temáticas (Zolo, 1985) .

La “ciencia política” estadounidense, observa Ricci, parece incapaz de producir un efectivo “conocimiento político” (political knowledge) precisamente a causa de su empeño por alcanzar un conocimiento cierto y absolutamente preciso —“científico”, para ser exactos— de la vida política.

Almond y Easton reconocen no sólo lo inoportuno, sino además la imposibilidad teórica misma de tener fe en los empeños del programa conductista. Gabriel Almond refuta la idea de que la ciencia política deba proseguir sobre el camino de la imitación de las ciencias naturales, que llama “un flirt con metáforas equivocadas”;

Easton no vacila en relacionar el éxito de la disciplina (que afirmaba la neutralidad ideológica del científico político) con el mito del fin de las ideologías, mito que en realidad ocultaba, a su juicio, el incontrastado dominio de la ideología democrático-conservadora.

Y para salir de la crisis, Easton, al igual que Almond, propone abandonar las asunciones originarias del conductismo debido a sus conexiones con una idea de ciencia —la positivista— que se ha revelado insostenible.

De la lectura se puede asumir que NB alienta la idea de que por la interacción entre científicos políticos y filósofos políticos emerja una nueva capacidad teórica, una nueva “teoría política”, en condiciones de medirse con la creciente complejidad de la realidad política contemporánea.

Se encuentra que en realidad, no disponemos de un estatuto epistemológico definido, y mucho menos definitivo, de las ciencias sociales y en particular de la ciencia política. En otras palabras, nuestros conocimientos sociales no tienen confines precisos ni fundamentos. Estamos todos, en la metafórica nave de Neurath , involucrados en esta situación de circularidad.

La reflexión sobre la ciencia política, hace ver que resulta difícil mantener una rigidez metodológica, tratando de mantener una ideología cientificista, y que resulta problemática una aspiración a la neutralidad valorativa, debido a su débil sensibilidad por la historia y el cambio social. Sin embargo, la ciencia política no debería renunciar a su lección de rigor y claridad conceptuales, ni disminuir su vocación por la indagación “empírica” sobre la política, de modo que, con menos prejuicios positivistas, se pueda desarrollar ampliamente la actividad de información, documentación y estudio comparativo de los sistemas políticos contemporáneos, sin la cual no se construye una “teoría política”.

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